Después de un poco de tiempo sin escribir (viajes, fiestas, negociaciones
externas e internas, etc.) retomo hoy mi blog con algo que aunque es de Perogrullo
y que todos sabemos y conocemos a la perfección, conviene recordarlo todos los
días para no equivocarse…
Yo siempre he creído firmemente en el lema:
empleados contentos =
mejores resultados = empresarios contentos
Esto es en general, si lo aplicamos a los departamentos
comerciales:
empleados contentos =
más ventas, más rentabilidad, mejores negociaciones, más clientes = empresarios
contentos
Qué fácil y que evidente… ¿o no?
Hay incluso estudios que dicen
que a más felicidad, menos absentismo laboral y que por tanto, una posible
forma de medir la “felicidad” de los trabajadores puede ser analizar el nivel
de absentismo.
En definitiva, lo que sí he podido comprobar por mi mismo es
que los empleados contentos consiguen mantener clientes satisfechos, ya que el
positivismo y mejor atención al cliente que ofrece un empleado contento se
transmite al cliente aunque sea de forma indirecta.
Tener un trabajador contento es tener un trabajador
productivo, que es lo realmente importante para una empresa y para el mismo
trabajador. ¿Y cómo se consigue esto?
Se consigue fomentando el sentimiento de pertenencia a la
empresa, mostrando confianza en el trabajador, valorando los éxitos que obtenga
por parte de sus superiores (a ser posible en público) y también informando sobre
los puntos de mejora en los que debe trabajar y hablando de los errores (a ser
posible en privado), fomentando el trabajo en equipo, la flexibilidad, la
conciliación familiar y laboral, el compromiso… vamos, lo que se llama crear un
buen clima laboral.
Para lograr esto, es
obligatorio que los jefes tengan una buena capacidad de liderazgo, ya que ellos
son los responsables directos de que el trabajador se sienta cómodo y
satisfecho.
Un jefe que chille, trate de imponer su criterio, no
delegue, no muestre confianza y sobre todo que no valore y escuche a su equipo,
está condenado al fracaso: eso se
trasladará a los empleados y tendremos por tanto unos resultados peores.
Así pues, aunque esto es muy evidente y todo el mundo al
leerlo dirá “no hacía falta este artículo: ya lo sabía” no está de más que pensemos
un poquito para evitar errores en el futuro y logremos que nuestros
trabajadores digan con orgullo: me gusta mi trabajo y me siento parte de mi
empresa.