sábado, 27 de junio de 2015

Por qué hay que ser siempre optimista en ventas

Hoy voy a tratar de hacer una pequeña reflexión motivacional para todos aquellos de nosotros que nos dedicamos a esto de vender (vale, todo el mundo vende pero me refiero en particular a los que nos pagan por vender directamente). La primera línea de fuego, la imagen de la empresa, todo eso.

Pues sí, así es. El departamento comercial, de ventas, etc. es en toda empresa el punto de arranque de la actividad de la misma: sin ventas, el resto no tendría mucho sentido.

Esto es muy motivador pero  también una tarea de muy alta responsabilidad. Todas las empresas lo saben (alguna igual no lo dice, pero lo sabe y debería decirlo).

Hoy me voy a centrar en una (hay más) de las actitudes que nos harán triunfar: el optimismo.

No se puede vender a todos los clientes. Existe el “no” y hay que convivir con ello. Aceptarlo e integrarlo como parte de la venta: nada de decepciones. Si vemos que no puede ser: a por otro objetivo. Es obvio y todo el mundo lo sabe pero conviene repetirlo: El “no” de un cliente a un comercial, jefe de ventas, etc. no es un rechazo a la persona sino a la empresa que representa y puede ser motivado por precio, calidad, plazos de entrega, afinidad con un competidor y en ocasiones por no haber sido capaces (y eso sí es “culpa” nuestra) de descubrir realmente la necesidad del cliente y haber usado una estrategia errónea. No pasa nada, de los errores se debe aprender: ya tenemos más experiencia para el futuro.

Como sabemos, a veces conseguir un cliente no solo requiere del contacto con el mismo. Hay que venderlo también y negociarlo dentro de nuestra propia empresa cuando es una buena oportunidad pero requiere algún tipo de modificación o aprobación a lo establecido como estándar por nuestra compañía. Pero, ahí sois vosotros los que tenéis que llevar la voz cantante: explicar por qué hay que conseguir ese cliente y preparar una argumentación clara, con datos: una estrategia. Como antes, si la respuesta pese a todo es “no”, una vez más nada de decepciones: analizar por qué y buscar alternativas para casos futuros (otra vez, más experiencia).

Así pues:

Analizar detalladamente lo bueno y lo malo, los éxitos y los fracasos, por qué aquí esto funciona pero allí no, aprender y pensar cómo actuar (estrategia, plan de acción, alternativas, etc) si nos surge algo parecido en el futuro es lo que da experiencia.

Hablar con el resto del equipo para buscar alternativas, con el jefe (que seguro que se equivoca mucho también y querrá aprender) y por supuesto, analizar y trabajar  en equipo es lo que da motivación.

Por tanto, y en mi opinión, experiencia más motivación más optimismo es igual a éxito personal y por lo tanto éxito de la empresa.

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