Comienza un nuevo año. Personalmente os diré después de unas
vacaciones con desconexión total (por
primera vez en mi vida…) que tengo una gran ilusión y esperanza por el año nuevo
(igual es el espíritu navideño que aún me dura…).
Está bastante generalizado el hecho de que lo peor de la
crisis ha pasado. Yo no pienso entrar en política con sus mensajes interesados:
lo que realmente importa es lo que uno ve y no lo que nos cuentan los de uno u
otro lado o de los que están de moda y de los que no.
Yo veo más ilusión, más gente en restaurantes, en centros
comerciales, en tiendas… y consumiendo, no solo mirando.
Hablas con la gente (la que tiene trabajo, claro) y muchos
dicen que les va mejor en su empresa, que las expectativas son buenas.
Hablas con gerentes y directivos y muchos creen que van a
ampliar la plantilla y que incluso tienen planes, perspectivas o al menos ven
una luz al final del túnel: las expectativas son altas (o al menos, más altas
que en los años pasados).
No, no me he vuelto loco ni quiero que me critiquéis hasta
la extenuación por estos comentarios políticamente incorrectos en los tiempos
que corren ya que esta es mi humilde opinión sobre lo que yo veo a mi
alrededor.
Porque lo que está claro es que si salimos de esta en España
es únicamente gracias al trabajo y a los sobreesfuerzos de todos: absolutamente
de todos. Aquí en general no somos más
tontos que en otros países, creedme.
Pero lo más importante es que los que hemos tenido la suerte
de trabajar y no habernos visto especialmente afectados por la crisis dejemos
de quejarnos porque creo que ya no tenemos derecho a hacerlo (vaya por delante
que yo no lo he hecho). Es aburrido seguir escuchando como la gente se queja de
que le subieron los impuestos (yo estoy en contra, pero si era para que se
puedan pagar seguros de desempleo, etc., estará bien invertido: hay que ayudar,
tenemos trabajo y hay que pensar bien...), de que hay recortes y tenemos que trabajar más con menos
personal (sí, pero tienes trabajo…), de que nadie se gastase un euro aún
teniendo el mismo poder adquisitivo (o más) y anulando el consumo (por si
acaso… está la cosa muy mal) y un largo etcétera de cosas similares.
Porque, ¿de qué sirve lamentarse? Es que, si no se hubiera
gastado el dinero en aeropuertos, en trenes sin pasajeros, etc... si los bancos
no hubieran dado hipotecas como si no hubiera un mañana sin apenas garantías de
devolución… si algunos (y voy a ser suave) hubieran gestionado mejor los fondos
públicos… Ya. Pero eso ya está hecho. Mal hecho seguramente pero ya está hecho:
Es historia. Ya hemos hablado demasiado de eso y creo ya nos toca mirar al frente, sin miedo.
Estamos donde estamos y tenemos que pensar en el futuro. Por
tanto está en nuestras manos el tener ilusión, pensar en los demás y mejorar
día a día. Trabajar, incrementar el negocio, buscar oportunidades (que siempre
las hay), crecer, avanzar y entre todos salir definitivamente de esta.
Eso sí, pensando
siempre en los que lo han pasado (y lo siguen pasando) mal, muy mal: Ellos sí
tienen derecho a quejarse y nosotros a entenderlos, escucharlos y a ayudar en
la medida de lo posible.
Por tanto: a vender (con cabeza como siempre) y feliz e ilusionante año nuevo a todos.
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