Hace unos días tuve la oportunidad de descansar unos días en
Londres (aunque en Londres no se descansa mucho como muchos sabéis). A lo que
me refiero es que no estuve allí por motivos laborales.
En fin, como este blog es de asuntos de ventas y comerciales
(no es un blog de viajes) voy directamente al grano.
En Piccadilly Circus, dentro del caos que es ese punto
neurálgico de Londres, observareis (muchos ya lo conoceréis y habréis entrado y comprado, reconocedlo) una tienda de
souvenirs que se llama Cool Britannia.
En la zona hay varias tiendas de recuerdos que venden básicamente
lo mismo que esta: la típica taza, llaveros y resto de cosas todas iguales en
todas las ciudades del mundo. Es verdad que la oferta de esta tienda es algo mayor
y los precios en general son algo más caros.
¿Y qué tiene de especial esa tienda? Básicamente: que saben
vender.
En la entrada de la tienda, podrás observar un espectáculo
que consiste en un señor o señores vestidos de arriba abajo con la Union Jack
(como el Tío Sam pero en versión británica) que están bailando, haciéndose
fotos con la gente, etc. Todo super kitsch (por no decir hortera) pero que
causa curiosidad y cuando menos sonrisas y comentarios.
Vamos, que entras en la tienda (todo el mundo, sin
excepción) y sueles acabar comprando algo ya que además la atención al público es
buena y está todo muy organizado y ordenado.
Más tarde, y como la deformación profesional te lleva a
realizar un estudio de mercado y un análisis de la competencia, vas al resto de
tiendas que están al lado. Es entonces cuando descubres que venden lo mismo (a
lo mejor, algo más barato y con más desorden) pero no hay más (por no haber, en algún caso no
hay nadie que te atienda: es tipo supermercado, coges lo que quieres, vas a la
caja y pagas). Vaya, lo normal en este tipo de tiendas, tampoco se espera más.
Como ya decides analizar la situación hasta el final,
descubres que la famosa tienda está siempre llena de gente, las otras tienen
mucha menos afluencia y venden mucho menos.
¿Dónde está el éxito? En el hecho diferencial: Vender los
mismos productos a precios algo más
caros pero vender más que la competencia al aportar algo más (hortera, sí, pero
que les funciona).
Esa es la clave y lo que tenemos que buscar para nuestra
empresa y nuestros productos (me refiero al valor añadido, a la diferenciación
o a la innovación, no que pongáis a un señor bailando en la puerta…).
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