El dilema de siempre: si no bajamos los precios, la
competencia se llevará al cliente. Si subimos el precio, nos van a dejar de
comprar…
Hay mucho de lo que hablar respecto a este tema. Hoy a modo
de introducción, os daré mi humilde opinión sobre este tema de manera general
(ya entraremos más en detalle…).
Es verdad que en ocasiones es difícil saber cómo actuar en
este sentido. Para empezar, lo primero de todo sería hacerse la siguiente pregunta:
El margen que obtenemos en un cliente concreto, ¿es el que
queremos y necesitamos obtener en función de los objetivos y necesidades de la
empresa? Dicho de otra manera, ¿El cliente es rentable?
En función de la respuesta yo veo dos posibilidades o nuevas
preguntas a hacerse:
1. Si el margen es negativo, nulo o insuficiente, ¿nos
interesa seguir vendiendo por alguna razón estratégica?
2. Si el margen es correcto, ¿realmente es necesario subir
el precio? ¿Nos interesa subir por algún motivo concreto?
Tengamos en cuenta lo que todos sabemos: vender por precio,
con márgenes mínimos de forma general solo conduce a hundir el mercado, a
acabar por reducir la calidad en el producto, en el servicio, etc. y al final
por tanto, a tener problemas.
Suponiendo por tanto que estamos en una situación de
necesidad de subir el precio y que el cliente en cuestión nos interesa, ¿cómo
lo podemos hacer?
Evidentemente, depende del sector y del tipo de cliente al
que nos dirijamos, pero de manera general, yo no recomendaría nunca informar de
una subida de precios por escrito, sin más. Lo correcto sería hablarlo
directamente con el cliente y explicar los motivos. ¿Y cuáles son los motivos?
Se debe explicar con claridad y empatía la necesidad del
incremento de precio (explicar, no simplemente proponer el nuevo precio…),
ofreciendo algo más que justifique dicha subida, ya que queremos seguir
teniendo al cliente y atenderle lo mejor posible.
Lo primero será decir al cliente lo importante que es para
nosotros y que queremos ir a más (más ventas, mejor servicio, más cercanía,
atención personalizada, etc.). Analizar sus necesidades reales y plantear
alguna mejora que le interese y que pueda justificar dicha subida. Hay miles de
opciones, solo habrá que negociar, hablar y llegar a conclusiones con el
cliente. Sobre todo, buscar diferenciación con la competencia (producto,
calidad, servicio, trato) y lograr encontrar soluciones particulares para cada
cliente que beneficien a ambas partes.
En ocasiones se puede actuar al revés, puede ser suficiente
mantener el precio y reducir en algo que el cliente no necesite, que estamos
dando por exceso y que por tanto no se nos esté valorando como elemento
diferenciador: esto no es reducir calidad, sino ajustarse a las necesidades
reales del cliente. En este caso, por supuesto también hay que explicarlo y
hablarlo con él.
En resumen, un planteamiento de subida de precios, si
queremos que sea fructífero y refuerce nuestra relación con el cliente debe ser
siempre un proceso de negociación y tiene que estar justificado y en ocasiones bien
documentado, con argumentos reales y de manera detallada. Tratar de imponer una
subida de precios sin argumentos claros puede que sea aceptada en ocasiones por
necesidad del cliente, pero seguramente nuestra relación con el cliente saldrá
perjudicada.
¡Suerte!
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